Mario Kaplún en su libro Una pedagogía de la comunicación dice que:
Los hombres y los pueblos de hoy se niegan a seguir siendo receptores pasivos y ejecutores de órdenes. Sienten la necesidad y exigen el derecho de participar, de ser actores, protagonistas, en la construcción de la nueva sociedad auténticamente democrática. Así como reclaman justicia, igualdad, el derecho a la salud, el derecho a la educación, etc., reclaman también su derecho a la participación. Y, por tanto, a la comunicación.
Los sectores populares no quieren seguir siendo meros oyentes; quieren hablar ellos también y ser escuchados. Pasar a ser interlocutores. Junto a la “comunicación” de los grandes medios, concentrada en manos de unos pocos grupos de poder, comienza a abrirse paso una comunicación de base; una comunicación comunitaria, democrática (1998:63).
“En Argentina, el fenómeno de las llamadas “radios populares” tiene auge en los setenta. Por lo general, estas experiencias poseen, como rasgos comunes, la promoción de la comunicación participativa, dialógica y alternativa, en el sentido de que avalan y permiten la expresión de “otras voces” más allá de las dominantes. Por su parte, la llamadas “radios comunitarias” cobran fuerza, al menos en Argentina, durante el proceso de apertura democrática, desde 1985 a 1989. En ese período se contaban miles de ellas en el aire y su proliferación se debe a la necesidad de ampliar el espacio público, restringido por la concentración de medios. Por lo general, han estado fundadas por movimientos sociales, clubes, sindicatos, organizaciones eclesiales, etc. Por su parte, las llamadas “radios alternativas” fueron las que inicialmente acompañan los movimientos insurgentes y revolucionarios que buscaban la toma del poder por parte de los sectores populares”[1]
“Hay que trabajar con más fuerza los espacios donde se puedan pronunciar distintas voces, donde se apueste a la comunicación comunitaria y a la vinculación entre la educación en la comunidad y la comunicación”. “No hay que reducir la comunicación a los medios, ni la educación a la escuela”Jorge Huergo
Jorge Huergo en El sentido de la “experiencia social” destaca las palabras del pedagogo Célestin Freinet: “La escuela tiene que renovarse porque es, cada vez más, la mayor y casi única posibilidad de elevación o ascenso social de los hijos del pueblo. Pero los niños no tienen que escribir por escribir ni porque es ordenado por el maestro; deben “Escribir para ser leídos”. Y la fuente de eso es la vida de la comunidad que se investiga y se hace pública en el periódico escolar. Por eso reclama: “recobremos nuestra confianza en la vida y tengamos la seguridad de que es apta para que los niños asciendan hasta la cultura, la ciencia y el arte”.
Después de leer estas palabras de Freinet es interesante conocer la historia de Radio Changuitos.
En la provincia de Santa Fe, en las afuera de la ciudad de Rosario, en un lugar llamado Bajo Hondo, los alumnos de la escuela Nº 6379 llevan adelante desde el 2006 Radio Changuitos.
Radio Changuitos es el micro que el maestro Fernando Mut y la profesora María Isabel Pintus coordinan y producen con Gustavo Ludueña y Ana Clara Ribia.
Se trata de un micro radial que bautizado por los chicos de las escuela Nº 6379, tiene una duración de 15 minutos y es pregrabado y editado en colaboración de docentes y alumnos.
La idea surgió como una forma concreta de traducir en prácticas de los chicos un trabajo sensible de la oralidad. Buscan desarrollar las habilidades de la comunicación oral a través de experiencias que permitan la construcción de aprendizajes verdaderamente significativos.
En Radio Changuitos la idea de comunidad es clave, porque buscan generar encuentros dentro y fuera de la escuela, entre los alumnos, las escuelas, las familias y los vecinos que sintonizan Aire Libre.
Detrás de Radio Changuitos no encontrarán grandes inversiones en tecnología ni condiciones ideales para producir un micro radial. Muchos de los chicos, además de ir a la escuela, trabajan en quintas, en tierras arrendadas para el cultivo de verduras. Sin la colaboración de la radio comunitaria Aire Libre y el esfuerzo de los docentes trabajando en sus hogares para editar los guiones, el grabador digital que pudieron comprar y la única computadora (sin conexión a internet) que tienen serían insuficientes.
[1]Huergo, Jorge Comunicación popular y comunitaria: Desafíos político-culturales
Educocomunicadores
lunes, 12 de julio de 2010
domingo, 11 de julio de 2010
"Las Prácticas hegemónicas"
Quien más aportó en el último siglo sobre el término hegemonía fue el político y pensador Antonio Gramsci. Las prácticas hegemónicas para Gramsci, tienen por objeto la formación del conformismo cultural en las masas: una serie de actitudes, de comportamientos, de valores y de pensamientos que permiten a una clase ejercer su supremacía y articular, para los fines de su dominio, los intereses y las culturas de otros grupos sociales. En definitiva, este proceso (fundamentalmente cultural) le permite a los grupos dominantes hacerse también dirigentes de la sociedad. Para esta finalidad, los grupos
dominantes trabajan el interjuego entre hegemonía y consenso a través de la educación, el derecho, los partidos políticos, la opinión pública, los medios de comunicación, etc.[1]
Para Paulo Freire la educación bancaria se da cuando el educador deposita conocimiento en la mente del educando. Se trata de inculcar nociones, de introducirlas en la memoria del alumno, que es visto como receptáculo y depositario de informaciones. Es una educación vertical y autoritaria y es la que predomina en el sistema educativo formal. Freire dice que esta educación sirve para la domesticación de las personas. “La educación bancaria dicta ideas, no hay intercambio de ideas. No debate o discute temas. Trabaja sobre el educando […]. No le ofrece medios para pensar auténticamente, porque al recibir las fórmulas dadas, simplemente las guarda. No las incorpora, porque la incorporación es el resultado de la búsqueda, de algo que exige de parte de quien lo intenta, un esfuerzo de re-creación, de invención”[2]
Entre sus obras se destacan La educación como práctica de libertad y Pedagogía del oprimido. Plantea que “la pedagogía dominante es la pedagogía de las clases dominantes”. Por ello la educación libertadora es incompatible con una pedagogía que ha sido práctica de dominación. La práctica de libertad sólo encontrará expresión adecuada en una pedagogía en que el oprimido tenga condiciones de descubrirse y conquistarse, reflexivamente, como sujeto de su propio destino histórico, y con el método de alfabetización si pudieran acceder a él.
Entre otras, las principales vertientes hegemónicas del campo de comunicación/educación son: la informacional, la que pone énfasis en los efectos y la de denuncia de los medios. Todas ellas deben ser consideradas hegemónicas y residuales.[3]
Jorge Huergo explica que: “El discurso de Sarmiento representa una formación hegemónica que se prolonga en una ideología oficial acerca de las vinculaciones entre educación y cultura. Su pensamiento es un pensamiento nítidamente estratégico: su interés es producir una formación hegemónica a partir de la oposición binaria “civilización y barbarie”. La “oposición binaria” se constituye en categoría analítica de lo sociocultural, desde la cual se producen sentidos elaborándose una cadena sucesiva de oposiciones.
En la gran estrategia sarmientina, el pasaje entre los polos de la oposición binaria se da a través de la escolarización: es ella la que permite el proceso de civilización, la escolarización no es –en definitiva- ni civilización ni barbarie, sino frontera, pasaje y confusión de ambos polos”.[4]
[1] Huergo, Jorge Hegemonía: un concepto clave para comprender la comunicación
[2] Freire, Paulo (1969) La educación como práctica de la libertad. Montevideo: Tierra Nueva.
[3] Huergo, Jorge, Los medios y tecnologías en educación.
[4] Huergo, Jorge, Espacios discursivos. Lo educativo, las culturas y lo político.

Para Paulo Freire la educación bancaria se da cuando el educador deposita conocimiento en la mente del educando. Se trata de inculcar nociones, de introducirlas en la memoria del alumno, que es visto como receptáculo y depositario de informaciones. Es una educación vertical y autoritaria y es la que predomina en el sistema educativo formal. Freire dice que esta educación sirve para la domesticación de las personas. “La educación bancaria dicta ideas, no hay intercambio de ideas. No debate o discute temas. Trabaja sobre el educando […]. No le ofrece medios para pensar auténticamente, porque al recibir las fórmulas dadas, simplemente las guarda. No las incorpora, porque la incorporación es el resultado de la búsqueda, de algo que exige de parte de quien lo intenta, un esfuerzo de re-creación, de invención”[2]
Entre sus obras se destacan La educación como práctica de libertad y Pedagogía del oprimido. Plantea que “la pedagogía dominante es la pedagogía de las clases dominantes”. Por ello la educación libertadora es incompatible con una pedagogía que ha sido práctica de dominación. La práctica de libertad sólo encontrará expresión adecuada en una pedagogía en que el oprimido tenga condiciones de descubrirse y conquistarse, reflexivamente, como sujeto de su propio destino histórico, y con el método de alfabetización si pudieran acceder a él.
Entre otras, las principales vertientes hegemónicas del campo de comunicación/educación son: la informacional, la que pone énfasis en los efectos y la de denuncia de los medios. Todas ellas deben ser consideradas hegemónicas y residuales.[3]
Jorge Huergo explica que: “El discurso de Sarmiento representa una formación hegemónica que se prolonga en una ideología oficial acerca de las vinculaciones entre educación y cultura. Su pensamiento es un pensamiento nítidamente estratégico: su interés es producir una formación hegemónica a partir de la oposición binaria “civilización y barbarie”. La “oposición binaria” se constituye en categoría analítica de lo sociocultural, desde la cual se producen sentidos elaborándose una cadena sucesiva de oposiciones.
En la gran estrategia sarmientina, el pasaje entre los polos de la oposición binaria se da a través de la escolarización: es ella la que permite el proceso de civilización, la escolarización no es –en definitiva- ni civilización ni barbarie, sino frontera, pasaje y confusión de ambos polos”.[4]
[1] Huergo, Jorge Hegemonía: un concepto clave para comprender la comunicación
[2] Freire, Paulo (1969) La educación como práctica de la libertad. Montevideo: Tierra Nueva.
[3] Huergo, Jorge, Los medios y tecnologías en educación.
[4] Huergo, Jorge, Espacios discursivos. Lo educativo, las culturas y lo político.
Educación/ comunicación
Paulo Freire decía que “la educación es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo”. Ya no se trata de una educación para informar, sino que busca formar a las personas y llevarlas a transformar su realidad. Es por esto que Freire va a hablar de educador-educando con un educando-educador. Esto significa que nadie se educa solo, sino que los hombres se educan entre sí mediatizados por el mundo.
Lo que se va a explicar a continuación está tomado del libro Una pedagogía de la comunicación de Mario Kaplún.
Lo que importa es más que enseñar cosas y transmitir contenidos, lo que importa es que el sujeto aprenda a prender; que sea capaz de razonar por sí mismo, de superar las constataciones meramente empíricas e inmediatas de los hechos que la rodean (conciencia ingenua) y desarrollar su propia capacidad de deducir, de relacionar, de elaborar síntesis (conciencia crítica).
El cambio fundamental consiste en el paso de un hombre acrítico a un hombre crítico.
Desde lejanos tiempos, coexisten dos formas de entender el término comunicación:
1- Acto de informar, de transmitir, de emitir. Verbo: comunicar.
2- Diálogo, intercambio; relación de compartir, de hallarse en correspondencia, en reciprocidad. Verbo: Comunicarse.
En realidad, la más antigua de estas acepciones es la segunda. Comunicación deriva de la raíz latina COMMUNIS: poner en común algo con otro.
¿Por qué esta última acepción se fue oscureciendo y olvidando y comenzó a predominar la primera?
El principal motivo de ese desplazamiento de sentido está en la irrupción de los llamados “medios de comunicación social”: la prensa, la radio, la televisión.
En un comienzo, cuando empezó su expansión, no se les llamaba así. Los norteamericanos (sus grandes propulsores) los denominaron simplemente mass media: medios masivos o de masas. Pero después, para legitimarse y afirmar su prestigio, ellos mismos comenzaron a llamarse “medios de comunicación social”. Se apropiaron del término “comunicación”. Y ahí probablemente nació el equívoco.
Es interesante tomar el término prealimentación de Mario Kaplún. La prealimentación sería la “búsqueda inicial que hacemos entre los destinatarios de nuestros medios de comunicación para que nuestros mensajes los representen y reflejan. Por ahí comienza y debe comenzar un proceso de comunicación educativa”.
La función del comunicador ya no consiste en transmitir sólo sus propias ideas. Su principal cometidos es el de recoger las experiencias de los destinatarios, seleccionarlas, ordenarlas y organizarlas y, así estructuradas, devolvérselas, de tal modo que ellos puedan hacerlas conscientes, analizarlas y reflexionarlas.
Es por eso que los comunicadores educativos necesitamos evaluar la eficacia de nuestros mensajes. Preguntarnos si llegan a aquellos con quienes tratamos de comunicarnos.[1]
[1] Kaplún, Mario (1998) Una pedagogía de la comunicación. Madrid: Ediciones de la Torre
Lo que se va a explicar a continuación está tomado del libro Una pedagogía de la comunicación de Mario Kaplún.
Lo que importa es más que enseñar cosas y transmitir contenidos, lo que importa es que el sujeto aprenda a prender; que sea capaz de razonar por sí mismo, de superar las constataciones meramente empíricas e inmediatas de los hechos que la rodean (conciencia ingenua) y desarrollar su propia capacidad de deducir, de relacionar, de elaborar síntesis (conciencia crítica).
El cambio fundamental consiste en el paso de un hombre acrítico a un hombre crítico.
Desde lejanos tiempos, coexisten dos formas de entender el término comunicación:
1- Acto de informar, de transmitir, de emitir. Verbo: comunicar.
2- Diálogo, intercambio; relación de compartir, de hallarse en correspondencia, en reciprocidad. Verbo: Comunicarse.
En realidad, la más antigua de estas acepciones es la segunda. Comunicación deriva de la raíz latina COMMUNIS: poner en común algo con otro.
¿Por qué esta última acepción se fue oscureciendo y olvidando y comenzó a predominar la primera?
El principal motivo de ese desplazamiento de sentido está en la irrupción de los llamados “medios de comunicación social”: la prensa, la radio, la televisión.
En un comienzo, cuando empezó su expansión, no se les llamaba así. Los norteamericanos (sus grandes propulsores) los denominaron simplemente mass media: medios masivos o de masas. Pero después, para legitimarse y afirmar su prestigio, ellos mismos comenzaron a llamarse “medios de comunicación social”. Se apropiaron del término “comunicación”. Y ahí probablemente nació el equívoco.
Es interesante tomar el término prealimentación de Mario Kaplún. La prealimentación sería la “búsqueda inicial que hacemos entre los destinatarios de nuestros medios de comunicación para que nuestros mensajes los representen y reflejan. Por ahí comienza y debe comenzar un proceso de comunicación educativa”.
La función del comunicador ya no consiste en transmitir sólo sus propias ideas. Su principal cometidos es el de recoger las experiencias de los destinatarios, seleccionarlas, ordenarlas y organizarlas y, así estructuradas, devolvérselas, de tal modo que ellos puedan hacerlas conscientes, analizarlas y reflexionarlas.
Es por eso que los comunicadores educativos necesitamos evaluar la eficacia de nuestros mensajes. Preguntarnos si llegan a aquellos con quienes tratamos de comunicarnos.[1]
[1] Kaplún, Mario (1998) Una pedagogía de la comunicación. Madrid: Ediciones de la Torre
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